“Aunque pase por las aguas profundas, Yo estaré contigo; y cuando cruces los ríos, no te ahogarán.” – Isaías 43:2a (NBLA)
Primer suspiro del día y el problema vuelve a la mente como una alarma que no sabes silenciar. Tal vez es una pérdida reciente, un diagnóstico inesperado o un sueño que parece haberse secado. Sin embargo, hay una certeza tan firme como el amanecer: vas a superar esto. No porque lo digan las estadísticas –que ayudan–, sino porque Dios, la fuente de tu futura victoria, ya escribió el final de tu historia.
El tiempo puede sentirse como un enemigo cuando los minutos gotean lentos, pero Dios vive fuera del reloj. Él ve el hoy, el mañana y el “después” al mismo tiempo, y Su presencia ya cubre cada estación que aún no visitas.
“Yo sé los planes que tengo para ustedes… planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” – Jeremías 29:11
La soledad es la mentira predilecta del desánimo: “Esto solo te pasa a ti”. La Escritura demuestra lo contrario. Elías se sintió tan agotado que pidió morir (1 Reyes 19), y Pablo describió sentirse “perplejo, pero no desesperado” (2 Corintios 4:8). Si los gigantes de la fe atravesaron valles, tu travesía no es señal de fracaso, sino evidencia de humanidad.
Nada se desperdicia en las manos de Dios. El camino que hoy desgasta tu fe puede convertirse mañana en un puente para alguien más. José pasó de ser vendido por sus hermanos a salvar a naciones enteras del hambre (Génesis 50:20). Tu historia podría alimentar la fe de un corazón hambriento en 2026 o 2036.
Estudio de Harvard sobre resiliencia confirma que transformar la adversidad en acción solidaria mejora la salud mental y prolonga la esperanza de vida.
Cada vez que la preocupación intente ocupar el centro de tu mente, respóndele con tu nueva declaración favorita: vas a superar esto. Repítela en el auto, en la fila del banco, al cerrar la laptop. Hazlo hasta que la frase deje de ser eco y se convierta en convicción.
Padre, cuando la noche parezca interminable, recuérdame que voy a superar esto porque Tu luz me guía. Renueva mi mente, fortalece mi corazón y permite que mi proceso inspire esperanza en otros. En el nombre de Jesús, amén.